Desde principios del siglo pasado, en la literatura internacional existen artículos aislados que hacen mención de la leptospirosis como causante de enfermedades crónicas humanas como meningitis, uveitis, insuficiencia renal y otras, logrando detectar a la bacteria por diferentes métodos incluyendo el aislamiento, durante la convalecencia o meses después de que el paciente se había recuperado de la enfermedad aguda.
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En 1985, el Dr. Oscar Velasco en México, estudió un brote de casos febriles con sospecha de paludismo crónico; después de descartar este diagnóstico y de diversos estudios, encontró que estos pacientes padecían de leptospirosis crónica.
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En los años 90’s, un grupo en Reino Unido, observó que muchos de los pacientes que habían sufrido el síndrome de Weil, después de su recuperación, continuaban con signos y síntomas persistentes, incluyendo problemas psicológicos obsesivo-compulsivos, reportando la existencia de la Leptospirosis persistente.
Debido a que durante esta fase el diagnóstico es muy difícil de realizar, fundaron el «Centro de Información de Weil» ahora, «Centro de Información de Leptospirosis» para dar orientación a los enfermos que la padecen.
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A partir de 1998, el Dr. Oscar Velasco y la Dra. Beatríz Rivas, en la UNAM, comienzan el estudio sistemático de la Leptospirosis Crónica. Dando a conocer la existencia de esta forma clínica en foros nacionales e internacionales.
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Después de años de insistencia, en la actualidad el laboratorio de Referencia Internacional de Leptospirosis en Holanda, encabezado por el Dr. Rudy Harstkeerl, comienza a estudiarla y el Dr. Ben Adler (experto internacional de leptospirosis) se refiere a ella como una enfermedad de difícil diagnóstico.
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La leptospirosis crónica se puede definir como:
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Enfermedad multiorgánica de evolución crónica, clínicamente polimorfa, que oscila desde prácticamente asintomática hasta cuadros muy graves que pueden conducir a la muerte, particularmente cuando se agudiza.
Su diagnóstico es difícil de realizar y menos del 20% de los casos, se detecta con las pruebas de uso rutinario para la detección de la fase aguda.
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Entre los síntomas de la leptospirosis crónica se encuentran:
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Fiebre, febrícula o calentura.
Dolor de cabeza que puede llegar a migraña.
Dolor de ojos, a veces muy agudo y penetrante, fotofobia.
Ictericia (pigmentación amarilla en piel y mucosas).
Irritación conjuntival, sangrados de ojos, nariz y encías.
Dolor de oídos, dolor de muelas.
Dolor de músculos, huesos y articulaciones.
Espasmos, contracturas, calambres, temblores.
Lumbalgia, entumecimiento o debilidad de brazos y piernas.
Mucho sueño (hipersomnia) a pesar de haber «dormido» toda la noche.
Insomnio.
Fatiga, dificultad para respirar, disnea de esfuerzo.
Vasculitis que se manifiesta como moretones sin causa aparente.
Evento cerebro vascular (ECV).
Arritmias, palpitaciones (mariposas en el corazón).
Dolor de piel al contacto (hiperestesia).
Constipación (estreñimiento), malestar abdominal.
Poliuria (orinar múltiples veces al día), nicturia (orinar en la noche).
Sudoración intensa especialmente en la noche.
Irritación meníngea, encefalitis, rigidez de la nuca.
Parálisis facial.
Neuritis craneal, mielopatía y mieloradiculopatía, paraplejia y tetraplejia (parálisis de miembros superiores e inferiores).
Confusión mental, falta de concentración, falta de memoria.
Alucinaciones auditivas y visuales.
Crisis nerviosas, baja tolerancia a las frustraciones, ansiedad, síndrome de pánico.
Depresión, síndrome obsesivo compulsivo.
Dolor e inflamación testicular, alteración de la menstruación.
Infertilidad, abortos
Signos y síntomas asociados a inflamación del riñón, pulmón, vesícula biliar, páncreas e hígado.
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La leptospirosis crónica está asociada a infecciones recurrentes de vías urinarias y respiratorias.
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